No es lo mismo pedir que ofrecer

 

Un rey había fijado unas horas al día para que cualquier súbdito pudiera tener audiencia. 

Una mañana llegó un mendigo fuera de las horas señaladas y pidió ver al rey. Los

guardias se burlaron de él y le preguntaron si no conocía la ley. El mendigo contestó:

-La conozco perfectamente, pero es válida sólo para aquellos que quieren pedir al rey

cosas que ellos mismos necesitan; yo, en cambio, quiero hablar con el rey sobre las

cosas que el reino necesita. 

El mendigo fue admitido en el palacio inmediatamente.