Lo visible y lo invisible

 

LO VISIBLE Y LO INVISIBLE
 
 
Si es tan dificil hacer que los humanos admintan la realidad de un mundo que no  ven, es porque todavía no poseen, para observarlo o captarlo, unos órganos tan desarrollados como los que les permiten entrar en contacto con el mundo físico: tacto, vista, oírdo, olfato, gusto.
 
 
La idea de que existe otro mundo poblado por innumerables seres invisibles, tan reales como aquellos con los que nos codeamos todos los días, y algunos de ellos más evolucionados que el hombre, es algo inversosímil o hasta insensato para la mayoria de la gente.
 
Todo lo que no ven y que los instrumentos más perfeccionados utilizados por la ciencia (microscopios, telescopios, etc.etc...), no pueden detectar, no existe. Pues bien, éste es un razonamiento erróneo.
 
¿Acaso ven lo que es esencial para ellos, su provida vida?......Un hombre esta ahí, tendido en el suelo; es visible, es palpable, pero está muerto:
 
 
algo invisible le ha abandonado, algo que le  hacía caminar, amar, hablar, pensar.
 
Podeís depositar a su lado toda la comida que queráis y todos los tesoros del mundo diciéndole:
 
 
 
 
"Todo esto es para ti hombre, ¡Alegrate!"
 
Sin embargo no hay nada que hacer, no se mueve. ¿Cómo se puede poner, pues, en duda la existencia del mundo invisible?
 
El mundo visible no sería nada si no estuviese animado, sostenido por el mundo invisible. En el origen de lo visible siempre hay que buscar lo invisible. Si el mundo existe para vosotros, si podéis ver el cielo, el sol, la tierra, es gracias a este principio invisible que hay en vosotros que os permite descubrirlos a través de unos instrumentos visibles, que son vuestros ojos.
 
Si el principio invisible no estuviese presente, vuestros ojos, que están ahí, no os servirían de nada, no veriais con ellos. El mundo visible no es más que la envoltura del mundo invisible sin el cual no podríamos conocer nada de todo lo que existe a nuestro alrededor.
 
Los que niegan tan categóricamente la existencia del mundo invisible demuestran, sencillamente, que no reflexionan.
 
 
Porque ¿En qué se ocupan día y noche? ¿Acaso ven sus pensamientos y sus sentimientos? No. 
 
Entonces ¿Cómo es que estos pensamientos y estos sentimientos representan para ellos una certeza absoluta?  El que esta enamorado ¿Acaso duda, de su amor? No ve su amor, no lo toca, pero, por él, está dispuesto a remover cielo y tierra. Y el alma, la conciencia, ¿Quién las ha visto? Cuando se dice:
 
 
 
 
"En mi fuero interno, condeno a este hombre", se decide sobre la suerte de una persona en nombre de algo que nunca se ha visto y de lo que hasta se duda: ¿Es esto razonable?
 
Sin querer reconocerlo, los humanos no creen más que en cosas invisibles, impalpables, Piensa, sienten, aman, sufren, lloran, siempre por razones invisibles; pero, al mismo tiempo, se obstinan en pretender que no creen en el mundo invisible. ¡Que contradicción! ¡Y cuantos crimenes se comenten, simplemente porque la gentge toma como realidad todo lo que le pasa por la cabeza! Un marido celoso sospecha que su mjuer le engaña y, sin haberlo comprobado, la mata. Otgro sopecha que un competidor trama su ruina, y, otro muertro mas.
 
 
Los hombres nunca ponen en duda lo que piensan o siente, están absolutamente convencidos de que es la verdad. Cuando les exponéis vuestro punto de vista, dicen:
 
 
 
 
"Voy a ver....voy a estudiar la cuestión...voy a hacer una encuesta", pero, sobre lo que piensan y sienten ellos, no hay nada que estudiar, es la única realidad.
 
En cierta manera tienen razón: puesto que gritan de alegría o de dolor, ¿Cómo pueden dudar de la realidad de lo que experimentan? Las realidades interiores son realidades indiscutibles. Son, incluso entidades vivientes, y por eso, los Iniciados enseñan la existencia de un mundo invisible, impalpable, que es la única realidad. 
 
 
Por otra parte, este mundo llamado "invisible" no es tan invisible para ellos: es visible, tangible, palpable, recorrdio por criaturas, por corrientes, por luces, por colores, por formas, por perfumes mucho más reales que los del plano físico; y lo conocen y lo estudian.
 
Sí, es un error creer que las emociones, los sentimientos, los pensamientos, todo lo que pertenece al mundo psíquico, espiritual, no puede ser estudiado con precisión. 
 
Todos los científicos que han menospreciado este mundo pensando que no hay aparatos para estudiarlo, se equivocan: 
 
 
estos aparatos existen y todavía son más precisos y verídicos que los que miden los fenómenos del plano físico.
 
En química, en física, siempre se admite en las medidas y en los cálculos, un margen de error osible y casi inevitable. No se puede pesar una sustancia con una precisión a nivel de electrón.
 
Mientras que en la ciencia del mundo invisible, hasta un electrón es contado, pesado, calculado: reina en ella una precisión absoluta.
 
Sí, la vida interior, espiritual, puede ser estudiada y con más exactitud aún que en el plano físico, pero sólo si se han desarrollado estos instrumentos de precisión absoluta que son los órganos espirituales. Mientras no los hayamos desarrollado, no tenemos dercho a negar la realidad del mundo invisible. Por otra parte, el hombre, ni siquiera ha desarrollado a fondo sus cinco sentidos. Algunos animales ven, oyen, huelen, captan manifestaciones que nosotros somos incapaces de percibir: olores, ultrasonidos, ciertas radiaciones luminosas o ciertos signos anunciadores de tormentas, de epidermias. etc.
 
La única actitud razonable que pueden tomar los científicos, es decir: "El estado de nuestros conocimientos no nos permite pronunciarnos; todavía tenemos que estudiar la cuestión ."
 
Pero en vez de esto, se pronuncian e inducen a la humanidad a error, son pues, responsables, y un día lo van a pagar muy caro, porque su responsabilidad está inscrita; y el Cielo es implacable con aquellos que engañan a los humanos. Todos estos científicos a los que se toma como ejemplo y criterio universal  no se dan cuenta de que, con sus propios límites, no sólo cierran su camino, sino que cierran también el camino a toda la humanidad. ¿Cómo es que , cuando un explorador ha ido al otro extremo del mundo y cuenta que ha visto tal país, atravesando tal río, poblado por tales habitantes, le creen, y se niegan en cambio, a crer, a todos aquellos que han ido a visitar regiones espirituales y que vuelven a contar su viaje? Aquellos exploradores podrían mentir, y, sin embargo, les creen, pero cuando se trata de los exploradores del mundo invisible, entonces sistemáticamente ponen en duda sus palabras.
 
Fuente
Mirada al más allá
Omraam Mikhaël Aïvanhov