Falsas señales de santidad

 

Un hombre decidió buscar a un maestro de quien poder aprender tanto de su

conocimiento como de su ejemplo. Un amigo se enteró de sus intenciones y se prestó a

ayudarlo:

 

-Yo conozco a un hombre santo que vive en la montaña; si quieres, te acompañaré a

visitarlo. 

Ambos iniciaron el camino en medio de una nevada y, a media jornada, se sentaron a

descansar al lado de una fuente. El buscador preguntó a su amigo: 

-¿Cómo sabes que ese ermitaño es un hombre santo?

-Por su conducta --contestó éste-. Viste siempre túnica blanca en señal de pureza, come

hierbas y bebe agua, lleva clavos en los pies para mortificarse, a veces rueda desnudo

por la nieve y tiene un discípulo que le da periódicamente 20 latigazos en la espalda. 

En ese momento apareció un caballo blanco que, después de beber agua en la fuente y

mordisquear unas hierbas, se puso a rodar por la nieve. Al verlo, el buscador se levantó

y dijo a su amigo: 

-¡Me voy, ese animal es blanco, come hierba y bebe agua, lleva clavos en sus cascos, le

gusta tirarse por la nieve y seguro que recibe a la semana más de 20 latigazos. Sin

                                   embargo, no es más que un caballo.