El verdadero poder

 

Un hombre de corazón endurecido decidió hacerse discípulo de un sabio con fama de 

tener mucho conocimiento y poder. En realidad, lo que deseaba era llegar a convertirse

en maestro él mismo y reunir miles de discípulos que lo venerasen y satisfacieran todos

sus caprichos. Pero el sabio, leyendo el corazón de aquel hombre, lo rechazó como

discípulo. No obstante, no se dio por vencido. Corría el rumor de que el maestro poseía 

un talismán mágico que era la fuente de su poder y sabiduría, por lo que decidió

averiguar si era cierto, y llegado el caso, robarlo. Por fin, una noche, después de mucho

esperar y acechar, logró hacerse con el talismán. Pero aquel individuo, por más que

manipulaba y estudiaba el talismán, no era capaz de adquirir un ápice de conocimiento

ni poder aunque, no obstante, llegó a tener algunas centenas de pobres discípulos a los

que enseñaba. Confiaba en que antes o después el talismán le relevase todos sus

secretos.

 

Pero una noche, de repente, apareció en su estancia el maestro.

-Eres un pobre desgraciado que no conoce las consecuencia de sus actos -le espetó-.

Haces creer a esos pobres desgraciados que eres un maestro, y en realidad estás

manipulando sus emociones y anhelos. Nadie te dio la potestad de enseñar. Esta 

potestad sólo puede otorgarla un hombre de conocimiento como yo. Y ni yo, ni nadie

como yo te la dará jamás. Ahora devuélveme el talismán que me robaste.

 

Aquel hombre, sintiéndose atrapado, contestó lleno de ira:

-Está bien, tal vez yo no logre nunca el conocimiento y el poder, pero tú lo has perdido

y por eso vienes a buscar el talismán mágico que otorga esos dones. Pues has de saber

que no te lo devolveré nunca, antes te mataré o tendrás tú que matarme. 

-Pobre desgraciado -dijo el maestro-, no te das cuenta de tu estupidez. ¡Yo soy un

maestro y puedo hacer otro talismán! ¡Tú con el talismán no puedes ser un maestro!