El Trabajo por el bien

 

 

Trabajar para el bien del mundo entero, he aquí un maravilloso objetivo...

 

¿Es real? ¿Es una quimera? ¿Cómo intentarlo, desde nuestra pequeñez, uno entre siete mil millones de seres humanos?


El pensamiento de hoy nos da una respuesta: Manifestar el amor divino, en cada cosa, pequeña o grande. En cada pensamiento, en cada respiración, en cada paso: desde la plena consciencia. El ilimitado amor divino, ese que expresó Jesús en su hacer y en su mirada...

Es entonces cuando todo empieza a despertarse, a brotar y a fluir en nuestro interior. Las reglas para nuestra emancipación verdadera están ya escritas, hace mucho tiempo. El ejemplo de los Grandes Seres está ahí. Que el amor divino se derrame por todas partes. Que nosotros seamos el instrumento.

"Lo que más debe contar para vosotros, es el trabajo que hacemos juntos para el bien del mundo entero, esforzándonos en manifestar el amor divino. Este es un trabajo que no se terminará nunca, y gracias a él caminaremos hacia la perfección"

 

Evidentemente, diréis que ciertos obstáculos os impiden darle prioridad en vuestra existencia.

¿Y por qué estos obstáculos?

Porque no pensáis correctamente, porque no sabéis orientar todas vuestras actividades hacia una meta determinada. Os dispersáis por todas partes imaginándoos que un día, milagrosamente, encontraréis la felicidad. Pues no, sólo el día en que comprendáis que únicamente este trabajo de amor puede aportaros la verdadera felicidad, la plenitud, será cuando todo empezará a despertarse, a brotar y a fluir dentro de vosotros"

 

Omraam Mikhäel Aïvanhov