El agua siempre sabe llegar a donde va.
Sortea los mayores obstáculos, desgasta la resistencia de las piedras,
rodea montes, atraviesa sus entrañas, salta desniveles sin dañarse, fluye rápida o lentamente.
Se adapta siempre al cauce, por eso llega lejos,
nunca se rompe, ni pretende ninguna forma porque significa renunciar a las demás.
El agua siempre cede sin resistencia a los obstáculos insalvables y después busca y encuentra alternativas.
En su humildad se sitúa en el más bajo de los niveles y por ello accede a todas las corrientes.
Elude el enfrenamiento y persevera.
No se opone a nada y por lo tanto nada se opone a ella...