Cómo amar a un hijo adolescente

 

Cómo amar a un hijo adolescente

 R.P. Padre Juán Jaime Escobar

Rector del Colegio Calazans de Bogotá

Conferencia a Padres de Familia del Colegio Colombo Británico de Cali - 2005

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Hoy vamos a hablar de cómo amar, cómo entender la realidad de un hijo adolescente.

Cuando se habla de los adolescentes cada uno dice que comparado con muchos otros su hijo es sano. No ha chocado el carro más de dos veces… Pero ni comparación como cuando tenía 3 ó 4 años: era encantador, cariñoso, manejable, tierno, detallista nos hacía dibujos, “lo que tú digas mamita”, quería ganarse nuestro cariño. En cambio el adolescente es a veces como un cactus florecido: lindo pero lleno de púas. El hijo adolescente nos confronta con cosas muy complicadas. Uno renuncia a muchas cosas por ellos y no siente que  respondan de la misma manera.

Voy a hacer un análisis fenomenológico. Sin juicios de valor. Voy a describir una realidad.

Un día nos acostamos dejando un niño maravilloso y al otro día nos levantamos con un adolescente en el que observamos algunas realidades:

  • Errático en el cariño: Unos días es distante, antipático, frío y otros amanece con la romántica alborotada. Tienen la capacidad de hacernos sentir inútiles: “como viviríamos de rico si tú no estuvieras aquí”, y otros días: “¿Dónde está la mujer más hermosa del mundo?” La mamá se queda pensando: será que sí me quiere o no me quiere. El mismo día que nos llevó el desayuno a la cama, coge el carro sin permiso y cuando le preguntamos dice: “Salí con mis amigos, yo ya soy grande, ¿es que no confías en mí?”
  • Esquivos y poco detallistas: Venimos de tener un niño detallista. En cambio el adolescente no saluda, nos regaña: “deje ver” (la TV), contesta con monosílabos, si el papá tose le pide que lo haga lejos. Las niñas rechazan al padre cariñoso. Les da vergüenza que la madre los acaricie en público.
  • Mal genio: Son de genio parejo: siempre bravos. Si les van a hablar de lo que ha pasado ante una suspensión del colegio, por  ejemplo, dicen: “Ya van a empezar con la cantaleta. Si ya saben para qué preguntan. En ese colegio arman problema por todo. Déjenme en paz, en esta casa no se puede vivir”. Y los papás se asustan y no le dicen nada.
  • Tendencia al rechazo: Si la mamá dice que van a ir a un paseo familiar, el adolescente se pone furioso y la adolescente simplemente hace mala cara y no habla. La conclusión de los padres es que la próxima vez no los llevan.
  • Abierto a otros amores: Uno como padre quisiera que fuera tan importante para ellos como los de afuera. Su mundo afectivo está afuera. Para ellos lo más importante es el novio, el amigo. Hacen programas sin gracia: irse a un parque a ver un árbol y charlar toda la noche, pasan delicioso. Pero si los padres les proponen unas vacaciones en familia se aburren terriblemente. Parece que les importan más los otros amores y no el nuestro.
  • Rebeldes sin causa: No les gusta lo que tiene que estudiar, no les gustan nuestros programas, no aceptan nuestras razones. Piden siempre explicación: -“No vas a esa fiesta”.- “¿Por qué?” “¿Por qué?”  -“Porque no te conviene”. –“¿Por qué? Dame una razón”. La situación termina en portazo y encerrada en el cuarto. 
  • Tendencia extraña al aburrimiento: “Mijo haga algo, vea una película” – “No están dando nada bueno”,-“Lea”. –“Estoy aburrido, pero no tanto”. –“Báñese”.- “No voy a salir, no me nace, no quiero”. - “Quién dijo que había que bañarse”. Pero llama un amigo y ahí si sale corriendo a arreglarse.
  • Autosuficiente: No intente enseñarle a manejar a su hijo adolescente. –“Yo se, yo se”. –“Vea mijo Ud. está muy enamorado, tiene que ser responsable con la sexualidad”. –“Fresco, yo se, yo se”.
  • Como son autosuficientes viven equivocándose: Típico error: bajan el rendimiento académico en el primer trimestre. Prometen recuperarse y al mes siguiente pierden dos materias más. Le echan la culpa a todo el mundo: al profesor, a la falta de tiempo.  Y como los papás de hoy con tal de evitar conflictos le dan la razón al hijo. Si uno quiere educar un hijo adolescente tiene que enfrentar problemas. No pasa nada.

En general los adolescentes tienen fama de antipáticos, retrecheros, y a eso hay que agregarle lo de que los jóvenes de hoy no tienen valores y están absorbidos por el ambiente. Si sumamos todo esto, tener un hijo adolescente es terrible.

¿Por qué nos da tan duro a padres y profesores el cambio del niño a la adolescencia?

1° Por el contraste con lo que era el niño: estable, seguro, con un buen concepto de sí mismo, gran receptor de amor, todo el mundo lo alaba, todo lo que hace es gracioso, es motivo de celebración, se le ensalza hasta lo que hace mal El papá y la mamá van a todas las presentaciones. Los padres exaltan hasta sus insolencias. El hijo de 14 años no le pasamos nada, solo se le llama la atención, se le critica casi todo. El de 14 nos confronta con inseguridades de nosotros, no porque sea un problema sino porque es un desconocido. Se vuelven inestables, inseguros hasta para botar un papel a la basura por el temor de que se burlen de él: “Huu sapo todo lo bota”.

Todo esto nos genera inseguridad porque lo estamos empezando a conocer, pero el viaje más hermoso es el que se hace con un hijo adolescente porque al final habrá un hombre o una mujer.

 

¿QUÉ ES LA ADOLESCENCIA?

Archiven el concepto tradicional de adolescencia que dice que se inicia con la activación de las hormonas. El cambio no es solamente físico, sucede en todos los aspectos de la vida: emocional, intelectual, en lo sexual, en lo axiológico.

Antes la adolescencia duraba 2 años, uno era niño  hasta los 16 y a los 18 ya tenía que empezar a trabajar y ayudar a la casa. Actualmente ha cambiado hay actitudes adolescentes independiente de los cambios fisiológicos, depresiones, ansiedades, inseguridades ciclotimias en niños de 9 años. La adolescencia puede durar hasta los 24 años aproximadamente. Es el llamado síndrome de Peter Pan, hombres con miedo a crecer. Para colmo la cultura colombiana es experta en educar mantenidos. Cuando los hijos se gradúan ganan bien, viajan, compran ropa. Algunas veces se les alborota la generosa e invitan a comer a la mamá pero se les olvida llevar la tarjeta y la plata. Nadie más incapaz de formar una familia que un mantenido. En el mundo anglosajón lo típico es que el hijo se va los 18 años y se tiene que aprender a defender solo.

 

¿Cuáles son los rasgos que definen al adolescente?

Básicamente dos: cambio e inseguridad. Un cambio que produce inseguridad que en últimas es la realidad interior que vive el adolescente. Ese cambio es tan rápido que no logra asimilarlo y por eso le produce inseguridad. Es un cambio a todo nivel: en lo personal, en la manera de ver el mundo. Es el momento en que pone en cuestión todo lo que se le ha enseñado, cuando está formando su propia personalidad y sus propios criterios. Al niño le gusta complacer a los padres, actúa para darnos gusto con eso gana reconocimientos al adolescente no: “yo digo lo que quiero decir, me pongo lo que me gusta, yo me comporto  como  quiero”. Esa no coincidencia, ese choque de modelos es lo que produce las primeras dificultades con los padres pero lo que en realidad está sucediendo es que se está inventando una manera  de un hombre y de una mujer.

El adolescente es ambiguo. Tiene un gran cascarón con lo que aparenta controlar la situación. Es un experto en máscaras para protegerse de la inseguridad. Pone cara de que no le dolió cuando sí le dolió muchísimo. Temen  hacer el oso. Uno a los 40 puede llorar sin temor a que le vean las fragilidades. Al adolescente le da vergüenza casi todo. No hay que confiarse de las máscaras, que es lo que muestran.  Hay que aprender a  verlos con visión de rayos X. Ver el que está detrás de la capa que lo protege de las heridas, de una realidad tan dura como la actual. A nosotros nos tocó una familia que nos daba estabilidad. Era un mundo más o menos uniforme: Todas las mamás echaban la misma cantaleta. Ahora llegamos a una época diferente, de inestabilidades; no todos tenemos las mismas certezas ni creencias: el papá de alguno fuma marihuana para sentirse in, la mamá del otro cree en la carta astral. Los adultos están tan desconcertados que a muchos adolescentes les toca apoyarlos. “Por favor habla con mi mamá que es muy inmadura”.

De los 80 niños de kínder (4 años) del año 2003, del colegio Calasanz de Bogotá el 76% eran familias disueltas. Eso no es ni bueno ni malo. Es una realidad. A los 4 años ya no creen en el amor eterno.

La adolescencia está hecha de cambios y esos cambios conllevan inseguridades exacerbadas por la realidad actual: Es la inseguridad de una persona mayor manejando un DVD o un computador. A las secretarias de antes les ha costado mucho adaptarse a los cambios tecnológicos. Muchas prefieren seguir usando su vieja maquina de escribir.

 

¿EN QUÉ CAMBIA UN ADOLESCENTE?

El cambio del niño en la adolescencia es en lo físico, en lo afectivo, en lo intelectual, en lo sexual, en las creencias, en los valores, en lo espiritual. Es un cambio que niega realidades de su pasado para empezar a construir las realidades de su futuro.

Con los de grado 11 hago una reflexión acerca de como se vive el tiempo en cada etapa de la vida:

Para el niño todo es presente, el ayer no tiene sentido, no lo recuerda y el mañana está muy lejos; por eso es horrible cuando le dicen “dentro de una semana te llevo de paseo”; para él eso es una eternidad. El tiempo del adolescente es el futuro. Lo que va a ser, lo que va a experimentar, lo que quiere vivir: “ya vas a ver mamá donde voy a llegar”. No quiere que le recuerden que fue niño, piensa poco en el pasado. Por eso se dan casos de adolescentes que fueron buenos estudiantes y ahora no, que eran tiernos y ahora no.  En cambio para el adulto todo es pasado. Uno se vuelve adulto cuando tiene la primera melancolía y cuando oye noticias por la mañana.

 

Veamos los cambios para entender mejor al adolescente

  • El del cuerpo: No están a gusto con su cuerpo. Si uno les dice que es bonito no lo aceptan, así sean preciosos. Es muy difícil cambiar de cuerpo esto produce miedo de no agradar. Hay un terror a cambiar de cuerpo. Esto les afecta el concepto que tienen de sí mismos. No saben si son hermosos y les preocupa mucho el concepto de los demás. Así uno como padre los vea perfectos.

“Mami es que estoy muy gordo” –“ Claro con esa comedera”.

“Tengo muchos barros” – “Eso es normal. Yo también tuve. Ni creas que te voy a pagar dermatólogo, con esa comedera de chocolate y chorizos, eso es lo que te tiene así”.

El problema es que para el adolescente esa es su realidad.

La realidad que uno vive por dentro es la realidad.  Nunca llueve a gusto de todos. Por eso es tan importante el novio o la novia: “Es que eres tan linda. Tienes los ojos más lindos que he visto”. Ese día se dio cuenta de que tenía ojos. 

A todo el cambio rápido del cuerpo súmele la torpeza física. Los de 5° de primaria controlan bien el balón, Los de 8°  le pegan al césped y se entierran una uña. La mamá le dice que camine bien y al chico le dan ganas de decirle: ¿qué más quisiera? Tienen cinco dedos pulgares, no calculan bien los movimientos, están aprendiendo a manejar el nuevo cuerpo, tienen fuerzas nuevas que no saben qué hacer con ellas. Cierran una ventan y quiebran el vidrio. No es que no quiera es que no puede.

  • El cambio sexual: La preocupación de los padres es que mi querubín no resulte embarazando a alguien o mi niña quede embarazada. En cambio la preocupación del adolescente es: ¿”Esto que yo siento será normal”? Y esa preocupación la vive solo. Si tiene fantasías sexuales…¿”Será normal”? Si se masturba…¿”Será normal”? Esto no puede hablarlo con nadie. Les preocupa mucho que los padres se den cuenta de todo lo que les está pasando, porque a sus ojos los padres son puros.
  • Cambio intelectual: El niño cree en lo que uno cree. Los adolescentes tienen ideas distintas. Le llevan la contraria a los adultos. “Ah, es lo que yo pienso”. Lanza teorías, está aprendiendo a pensar y por eso hace dialéctica. Le pinta a los padres planes como: “Nos vamos a vivir a una comuna con un grupo de amigos”. Siempre escuchan aunque creamos que no escuchan. Creen que el papá está decepcionado de ellos. ¿Cuándo les decimos, estoy orgulloso de ti; te amo? Más bien hay frases de parte de los padres como: “Me fallaste, me decepcionaste”.
  • Inseguridad afectiva. Se preguntan con insistencia: ¿”Sabré amar, alguien me va a amar”? Creen que si a los 16 años no han tenido novio se van a quedar solterones. Si en 10° no tienen novia, “es que a mi no se me arrima ni el óxido”. No ve la hora de enamorarse. Si a los 40 nos duele amar, ¿cómo será a los 16?
  • Tienen valores distintos: Quiere experimentar otros valores. Y para colmo les tocó una sociedad que vive en un profundo  desconcierto, que da mensajes contradictorios. “No tome alcohol”. Pero la única manera de disfrutar es tomando. “Respete a las mujeres” y eso no lo ve en los hombres que lo rodean. Están perdidos y los acaban de envolatar. Los adolescentes sí tienen valores, lo que pasa es que tiene poca gente a quién admirar. Hay pocos líderes. Si nos fijamos en los afiches de su cuarto, los héroes no son reales: son roqueros, productos comerciales fabricados por la publicidad y el mercadeo. Por eso son tan inseguros. Les hablamos de valores que no vivimos. Ellos no hacen cosas malas, es que los dejamos solos y quedan a merced de su inseguridad. En familia y en el colegio son excelentes, pero se van a una excursión con los compañeros del colegio y se desmandan. La pregunta que nos hacemos es ¿por qué niños tan buenos se portan tan mal?  Como son inseguros se dejan manipular por la masa, por la opinión de los amigos, de la TV.  En ese sentido lo que hay que hacer es trabajar su solidez, su seguridad interior, sus criterios para que enfrenten situaciones difíciles.

 

Pautas para convivir con un adolescente

  • Entenderlo: No lo subvalore. La queja de los adolescentes es tú no me comprendes. Lo primero es callarse, “entiendo tus lágrimas y tu soledad cuando te deja tu novia”. Lo que uno normalmente hace es mirarlo desde su mundo de adulto y se trata es de ponernos en su lugar.
  • No entrar en el juego agresivo. A ellos les fascina desafiar, porque son grandes exploradores de límites a ver qué les contesta la mamá. Sus frases preferidas son: “Pues no me parece, no voy, no me importa”. A ver qué les dicen. Uno se sale de la ropa y él logró lo que quería. No lo hieras, el adolescente es él, tú eres la mamá. Firmes como la “mamá aguacate”: suave por fuera pero firme por dentro y no como la “mamá huevo”: aparentemente dura pero que termina negociando los límites.
  • No reforzar la inseguridad. En eso somos expertos: “Siga comiendo chocolate para que le salgan más barros. Mire esas uñas, ese pelo, Ud., es un desastre”. Evite hacer énfasis en lo negativo, realce lo positivo. Evite la burla, porque nos burlarnos de sus esfuerzos. El día que hace algo bueno todos se le burlan: “Como vino de inteligente hoy”…
  • Trátelo como adolescente: No lo trate como a un niño, ni como un adulto. No es necesario que vaya a acompañarlo a la esquina, eso es sobreprotección. Pero tampoco le preste el carro si no tiene pase ni la tarjeta de crédito.
  • Ofrézcale un marco referencial seguro. Una familia que no le falle, un amor que no le falle, unos valores que no le fallen para que cuando esté débil le demos fortaleza. Amor detallista, amor exigente, pero amor todos los días. Unos valores congruentes: si le pides que no tome, no tomes. Si le enseñaste a tu hijo que respete a las mujeres, respétalas tú. Malas noticias: los valores se aprenden en la casa. Uno aprende valores en la cuna, en la mesa del comedor, en el abrazo cuando llego a la casa.
  • Descubrir la belleza del adolescente. La adolescencia no  es un mal momento; a uno le parece que son llevados de su parecer, pero viéndolo bien los adolescentes de hoy son valientes, tienen coraje. No es porque no les hayan ofrecido que no fuma o no toma, es porque tiene valor para decir que no, por convicción.  Así como hay muchos que toman y fuman también hay muchos que no lo hacen. Antes la mamá estaba siempre presente, había vigilancia 24 horas, tuvimos atención continua. La mamá decía: “Gracias, el joven no toma, el joven no fuma”.

 

¿Cómo se le llega a un adolescente?

  • A través de alguien a quien admirar. Acercarse a él a través del adulto admirable. Son capaces de fascinarse con personas mayores admirables. Plantéele una buena obra de teatro. Los he visto oír a Jairo Aníbal Niño, a poetas, a concertistas de música clásica sin que se distraigan. Permítele que te pueda admirar. ¿Eres un adulto admirable para tu hijo?
  • Aceptemos el cambio. No es malo, es una maravilla. Con el paso del tiempo van cambiando. ¡Que horror un niño que no pudiera crecer! ¡Que frustrado un niño atrapado en la burbuja de la infancia! ¡Que hermoso cuando cambia de voz! Claro que mi hijo cambia. Es la noticia de que la vida cambia. Vivir es cambiar. Todos nosotros cambiamos. Todos estamos en proyecto. La vida es cambio y eso es hermoso.