El destino( Extraído del Libro "La rueda del tiempo")

 

 

Ya me di al poder que a mi destino rige.

Y no me aferro ya a nada, para así no tener nada que defender.

No tengo pensamientos, para así poder ver.

No temo ya a nada, para así poder acordar me de mí.

Desapegado y sereno, me lanzaré

más allá del Águila para ser libre.

 

Somos hombres, y nuestro destino es aprender y ser arrojados a mundos nuevos e inconcebibles.

Un guerrero que ve la energía sabe que no hay fin a los nuevos mundos que se abren a nuestra visión.

 

El espíritu de un guerrero no está hecho a la entrega y a la queja, ni está hecho a ganar o per der. El espíritu de

un guerrero está hecho sólo a la lucha, y cada lucha es la última batalla del guerre ro sobre la Tierra. Por eso el

resultado le importa muy poco. En su última batalla sobre la tierra, el guerrero deja fluir su espíritu libre y claro. Y

mientras se entrea a su batalla, sabiendo que su intento es impecable, un guerrero ríe y ríe.

 

Nos hablamos incesantemente a nosotros mismos acerca de nuestro mundo. De hecho, mantenemos nuestro

mundo con nuestro diálogo interno. Y cuando dejamos de hablarnos sobre nosotros mismos y nuestro mundo, el

mundo es siempre como debería ser.

Con nuestro diálogo interno lo renovamos, lo encendemos de vida, lo sostenemos.

No sólo eso, sino que también escogemos nuestros caminos al hablarnos a nosotros mismos.

De ahí que repitamos las mismas elecciones una y otra vez hasta el día en que morimos, porque continuamos

repitiendo el mismo diálogo interno una y otra vez hasta el preciso momento de la muerte.

 

Un guerrero es consciente de ello y lucha por detener su diálogo interno.

 

El mundo es todo lo que hay aquí encerrado: la vida, la muerte, la gente y todo lo demás que nos rodea. El

mundo es incomprensible. Jamás lo entenderemos; jamás desentrañaremos sus secre tos. Por eso, debemos

tratarlo como lo que es: un absoluto misterio.

 

Las cosas que la gente hace no pueden, bajo ninguna condición, ser más importantes que el mundo. De modo

que un guerrero trata el mundo como un misterio interminable, y lo que la gente hace, como un desatino sin fin.

 

Cuando un guerrero decide hacer algo, debe ir hasta el final, aceptando la responsabilidad de lo que hace. Haga

lo que haga, primero debe saber por qué lo hace, y luego seguir adelante con sus acciones, sin dudas ni

remordimientos.

Un guerrero debe aprender a ponerse al alcance, o fuera del alcance, en el punto justo. Es inútil para un guerrero

estar todo el día al alcance sin saberlo, como le es inútil esconderse cuando todo el mundo sabe que está

escondido.

Para un guerrero, ser inaccesible significa tocar frugalmente el mundo que lo rodea. Y, sobre todo, evitar

deliberadamente agotarse a sí mismo y a los demás. Un guerrero no utiliza ni exprime a la gente hasta dejarla

reducida a nada, en especial a la gente que ama.

 

Un guerrero debe aprender a hacer que cada acto cuente, pues va a estar aquí, en este mundo, tan sólo un

tiempo breve; de hecho, demasiado breve para ser testigo de todas las maravillas que existen.

 

Los actos tienen poder. Especialmente cuando el guerrero que actúa sabe que esos actos son su última batalla.

 

 

Hay una extraña felicidad ardiente en actuar con pleno conocimiento de que lo que uno está haciendo puede muy

bien ser su último acto sobre la Tierra.

 

Lo más difícil en este mundo es adoptar el ánimo del guerrero. De nada sirve estar triste, quejarse y sentirse

justificado de hacerlo creyendo que alguien nos está siempre haciendo algo. Nadie le está haciendo nada a nadie,

y mucho menos a un guerrero.

 

Un guerrero actúa como si supiera lo que hace, cuando en realidad no sabe nada.

 

Cuando un guerrero aprende a parar su diálogo interno todo es posible; hasta los proyectos más descabellados

se vuelven factibles.

 

Un guerrero debe cultivar el sentimiento de que tiene cuanto necesita para ese viaje extravagante que es su vida.

Lo que cuenta para un guerrero es estar vivo. La vida es suficiente y completa en sí misma, y por sí misma se

explica.

 

Por eso puede uno decir, sin presunción, que la experiencia de las experiencias es estar vivo.

 

Ser un guerrero no es sólo cuestión de desearlo. Es más bien una lucha interminable que seguirá hasta el último

instante de nuestras vidas.

Nadie nace guerrero, como nadie nace hombre corriente. Somos nosotros quienes nos hacemos lo uno o lo otro.

 

Sólo como guerrero se puede soportar el camino del conocimiento. Un guerrero no puede quejarse ni lamentar

nada. Su vida es un desafío interminable, y no hay modo de que los desafíos puedan ser buenos o malos. Los

desafíos son simplemente desafíos.

 

Un guerrero, como maestro, debe enseñar ante todo la posibilidad de actuar sin creer y sin esperar recompensa;

de actuar porque sí. Su éxito como maestro depende de lo bien y lo armoniosamente que guíe a sus pupilos en

este aspecto específico.

 

Un guerrero reconoce su dolor pero no se entrega a él. El guerrero que se adentra en lo desconocido no tiene el

ánimo triste; por el contrario, está alegre porque se siente humilde ante su gran fortuna, porque confía en su

espíritu impecable y, sobre todo, porque es plenamente consciente de su eficacia. La alegría de un guerrero le

viene de ha ber aceptado su destino y de haber evaluado en verdad lo que tiene delante.

 

El camino del guerrero ofrece al hombre una vida nueva, y esa vida tiene que ser completamen te nueva. No

puede uno llevar a esa nueva vida sus viejas y malas costumbres.

 

Los guerreros siempre toman el primer suceso de una serie como el bosquejo o el mapa de lo que a

continuación va a desplegarse ante ellos.

 

Todo el mundo dispone de suficiente poder personal para lograr algo. El truco del guerrero consiste en desviar su

poder personal de su debilidad para emplearlo en su propósito de guerrero.

 

Un guerrero sabe que espera y sabe lo que espera; y mientras espera, deleita sus ojos en la contemplación del

mundo. El logro definitivo de un guerrero es disfrutar con la alegría del infinito.

 

El destino de un guerrero sigue un curso inalterable. El desafío consiste en cuán lejos puede llegar y cuán

impecable puede ser dentro de esos rígidos confines.

 

Cuando un guerrero deja de tener cualquier clase de expectativas, las acciones de la gente ya no le afectan.

 

Una extraña paz se convierte en la fuerza que rige su vida. Ha adoptado uno de los conceptos de la vida del

guerrero: el desapego.

 

El desapego no aporta automáticamente sabiduría; pero no obstante, supone una ventaja, pues permite al

guerrero detenerse momentáneamente para reconsiderar las situaciones y volver a revisar las posibilidades. Para

usar de manera consistente y correcta ese momento extra, un guerrero tiene, sin embargo, que luchar

incansablemente durante toda su vida.

 

A los guerreros les resulta mucho más fácil salir adelante en condiciones de máxima tensión que ser

impecables en circunstancias normales.

 

El espíritu se le manifiesta al guerrero a cada paso. Pero ésta no es toda la verdad. La verdad completa es que

el espíritu se revela a todo el mundo con la misma intensidad y consistencia, aunque sólo los guerreros sintonizan

consistentemente con dichas revelaciones.

 

Los guerreros actúan con un propósito ulterior que no tiene nada que ver con el provecho personal. El hombre corriente sólo actúa si hay posibilidad de ganancia. Los guerreros no actúan por ganancia, sino por el espíritu.

 

 

Citas extraídas del libro " La Rueda del Tiempo ( Carlos Castaneda)