El Agua Celestial

 

El Agua Celestial

 

 

 

Hay un agua celestial, un agua viva.

Entra en nuestro cuerpo y en nuestro pensamiento, y todo lo limpia.

El día, ya desde el alba, se orienta hacia el agradecimiento y al contacto con el Divino.

Y el último pensamiento antes de dormir también tiene que ver con esa conexión sagrada.

Hay un agua estancada, en la ciénaga de la que también bebemos o hemos bebido incontables vidas.

La agresión, el murmullo, el engaño, la queja, el insulto,

son algunas de las aguas estancadas de las que bebemos día tras día.

Hasta ese momento mágico en el que se descubre el agua viva, su maravilloso sabor,

sus cualidades curativas, su poder sanador.

Se renuncia entonces al agua estancada y a partir de ese día en verdad el cielo es más azul.

 

 

 

“La renuncia no es una privación. Renunciar es sólo desplazarse, es decir hacer en un plano superior lo que hasta entonces se hacía en un plano inferior. Por ejemplo: en lugar de seguir bebiendo agua de las ciénagas donde pululan microbios, simbólicamente hablando, os acostumbráis a beber agua de una fuente pura y cristalina. No beber es la muerte. Aquél que dice: «Ya no beberé más» se seca y muere. Es el agua de las alcantarillas la que debe renunciar a beber, con el fin de beber el agua celestial."

 

 

 

Omraam Mikhäel Aïvanhov